CAPÍTULO 2: COMPENSACIÓN PARA CALMAR ANGUSTIA.
El lunes se levantó más temprano de lo normal, justo al adentrarse al garaje de la empresa, no dio crédito a lo que veía, ella estaba allí abrazada a otro hombre, riéndose y ¡besándolo!, al lado de una potente Kawasaki , él tío se montó en la moto, se puso el casco y se fue dejando tras de sí un ruido ensordecedor.
Se despertó del pequeño trance con un fuerte pitido del coche que venía detrás.
Se encaminó hacia su despacho, pero nada más entrar su secretaria, le interrumpió diciéndole algo que él no llegó a entender por no prestarle atención—“tengo algo pendiente que hacer primero, ahora vuelvo”—comentó vagamente Federico con la mirada perdida en el frente mientras caminaba.
Se dirigió al departamento donde trabajaba Menchu, la encontró recién incorporándose, y le espetó:
- ¿Quién era ése? ¿por qué no has contestado al móvil?
- ¡Eeeeh mi niño! tranquilo, es vulgar alzar la voz en público, le susurró al oído.
- Vámonos a tomar un café, ahora.—le ordenó él con la voz alterada por la angustia.
- Tengo que trabajar…—contestó ella haciendo caso omiso al tono inquisidor
- Yo soy tu jefe.
- Pero yo tengo compañeras que dependen de mi trabajo …
- ¡Vámonos!
- Espera tengo que ir al baño.
Y ella entró al baño, pero no salió hasta pasados 20 minutos, mientras Federico fruto del nerviosismo disimulaba mirando su móvil.
- ¿Por qué has tardado tanto?—le interrogó con tono borde.
- Me ha venido la regla mi niño…son cosas de mujeres—contestaba Menchu con una gran sonrisa burlona mientras le abrazaba por la cintura y le pellizcaba.
Marcharon a tomar un café. Federico la miró con cara angustiado y desesperado, preguntándole que quién era él …. A lo que ella contestó sin mas importancia que: “ah! sólo el padre de mis hijos, venía a darme la manutención y me ha traído al trabajo…”, “¿pero si os estabais besando?”—se precipitó a contestar Federico—“¡claro! ¡Igual que tú con tu mujer!, ¿verdad?, eres un egoísta Federico, tú sólo eres mi jefe y no mi dueño, no me controles o me voy, ¿te estás enterando?—Menchu se expresaba con una seguridad aplastante cambiando el tono irónico al de enfado a la velocidad de la luz, por lo que Federico se sentía confundido y aturdido, se había convertido sin saberlo en la víctima perfecta. “si , perdóname no quería hacerte daño…—Logró decir finalmente con tono de perro apaleado con la intención de acabar el conflicto y verla a ella de nuevo sonreír.
Ese día sólo hablaron, sólo se besaron, sólo estuvieron juntos… y ese día Federico le dio dinero a ella, para que no le faltara de nada, simplemente porque él sí podía darle más que ningún otro hombre.
Esa semana sucedió sin más, trabajo, reuniones y decisiones. No fue al gimnasio, no fue al club, no hizo deporte, no paseó a su perro, no vio a sus padres ni amigos, no jugó con su hijo, ni tampoco hizo el amor con Mercedes.
Luchaba por distraerse y abstraerse de sí mismo, trataba de no pensar en ella, pero le resultaba imposible, el recuerdo de su risa y caricias compartidas en aquella cafetería en su último encuentro, le asaltaban a cada instante en el que simplemente no actuaba como un robot, sólo sentía como un humano. Ahora, sentir, simplemente sentir cualquier emoción se había traducido a pensar en Menchu y la necesidad de estar cerca de ella. Se sentía angustiado ante la ausencia de noticias de ella, miraba obsesivamente el móvil para comprobar si había mensajes, pero no había nada. Le atormentaba la idea de que ella no quisiera saber más de él, que se hubiera ofendido por aquel dinero recibido por su parte, que el otro, el de la moto, tuviera más poder que él mismo, si seguía enamorada de su ex, o si no le atraía sexualmente ... Esto último le hería profundamente, jamás había tenido problemas sexuales ni tampoco de atracción a las mujeres, sabía de sobra que era atractivo, y no se consideraba un gran conquistador, todo lo contrario, era más bien tímido y se cortaba con facilidad en estos temas por lo que tenía fama de "chico guapo de éxito, no lo agobies que muerde como un perro", era la etiqueta que le habían colgado las compañeras del Master. Pero tampoco había deseado nunca a una mujer, y menos con este frenesí, Mercedes siempre estuvo ahí, tan buena, comprensiva y fácil. Sentía una angustia desgarradora, que no conseguía calmar con nada.—Necesito hacer algo, aclarar lo que ella siente por mi, necesito verla y compensarla, haré lo que sea para demostrarle que me importa—se decía a sí mismo justo en el mismo momento en que sonó el "pip pip" de un mensaje en el móvil, era de ella.
—"Esta noche quedamos mi niño, te llevaré a bailar salsa"— apenas lo había leído Federico cuando ya estaba escribiendo la respuesta.
—"Cuando y dónde te recojo"— esperaba ansioso la respuesta de ella, pero esta no llegaba con la misma prontitud como él lo había hecho.—"Te quiero y te deseo, tú eres todo cuanto necesito para ser feliz y sé que puedo hacerte feliz como nadie lo ha hecho"—Federico escribió un nuevo mensaje, sintió al hacerlo una sensación de alivio tremenda, y al mismo tiempo una excitación frenética, se sentía vivo por primera vez en mucho tiempo.
—Yo también te quiero mi niño, te llevaré a mi mundo, la música y el baile, tú sólo déjate llevar por mi. A las 20:00 en la puerta de nuestra cafetería. Ven sin traje.
—Allí estaré, mi amor.—Contestó él.
Acto seguido llamó "la otra ella" Mercedes— "Hola cariño, no te olvides de la cena de esta noche, nos vemos en nuestro restaurante del Muelle 1, yo llegaré antes para concretar cosas del trabajo con mi futuro jefe, el niño se queda a dormir en casa de un amiguito, mejor así que se lo pasa mejor, no llegues más tarde de las 21:00, ve con traje, yo llevo el vestido verde que tanto te gusta a ti, ¿me escuchas, estás ahí Fede?— ni le escuchaba ni estaba ahí, pero atinó a decir un "si, vale, te dejo que tengo mucho trabajo", y colgó.
Mercedes no se extrañó, últimamente su marido estaba como en otro mundo, el nuevo negocio parecía que lo estaba consumiendo, pero lo comprendía, de hecho ella misma se encontraba en la misma situación, acababan de ofrecerle ser la primera de abordo del equipo de oncología del hospital privado que siempre había admirado. Era una gran oportunidad de proyección profesional en su carrera, ahora que el niño era más grande y se sentía menos culpable por no estar con el, y además parecía que Fede la apoyaba. Ya pasaría esta racha de estrés, pensaba.
Federico llegó a casa pronto, se duchó y se arregló de forma informal, se sentía nervioso y excitado, además sentía que lo había elegido a él, recordaba las palabras que ella le había dicho "te llevaré a mi mundo", ni sabía bailarla ni le gustaba la salsa, pero eso no importaba, estar con Menchu y compensarla era en lo único que pensaba, no podía soportar más tiempo esta ansiedad por no estar con ella. No iría a la cena con Mercedes, le mentiría, estaba claro, pero ella no lo notaria al fin y al cabo eran asuntos de su trabajo, le aburría.
Hacia tiempo que Mercedes le aburría, le tenía mucho cariño, era una gran persona y una gran profesional, y no menos la mejor madre, pero ya no se sentía atraído por ella, no sabía desde cuando pero no la deseaba como mujer ni como pareja, a pesar de su belleza elegante y discreta que marcaba su estilo, no sentía lo mismo, simplemente, era Mercedes. Lo que sentía por Menchu era tan intenso que tenía que ser verdad, era la mujer de su vida, le había despertado a la vida. Se preguntaba que tenía Menchu que le atraía tanto, ni siquiera había follado con ella y ya le excitaba sólo con imaginarlo, realmente le tenía loco de amor.
Menchu llegó tarde, algo a lo que Federico no lograba acostumbrarse,